Cuando estamos en la adolescencia, todos, chicos y chicas, nos fijamos en el físico del sexo que nos atrae. ¿Y en qué es lo que nos fijamos?. Los chicos en las curvas, concretamente en los pechos porque se supone que unos grandes pechos aseguran la buena alimentación de la progenie, y las caderas porque aseguran un buen parto. En cuanto a las mujeres, se suelen fijar en una espalda triangular y unos buenos glúteos porque así se aseguraba que su pareja fuera un buen cazador.
Este carácter cazador hizo que el hombre adquiriera, siempre por selección natural, una mayor capacidad visual, mientras que las mujeres que esperaban con los críos en la cueva adquirieran una mayor capacidad de comunicar. Así se explica porque la mayoría de los ingenieros, arquitectos, etc, son hombres y porque las mujeres abundan en campos como la abogacía, la docencia, etc.
No obstante, en cuanto se pasa la adolescencia, un hombre no es ligado solo por la musculatura. Y digo bien no es ligado porque quien decide con quién se procrea es la mujer. ¿Cómo conseguir ser el elegido?. En teoría es fácil. Entrando por el neocortex hasta la capa que hay debajo de ella, el mesoencéfalo o cerebro mamífero, donde radican los sentimientos. Para hacerlo lo principal es sorprender y hacer reír a la mujer, porque eso es señal de inteligencia. Hoy día no hace falta mucho músculo para sobrevivir en una sociedad industrializada, sino ser muy inteligente y sobrevivir en el asfalto. EL HOMBRE SE ENAMORA CON LOS OJOS Y LA MUJER CON EL OÍDO. Así pues, seremos seleccionados si demostramos inteligencia y conseguimos bajar sus defensas. El porqué de estas defensas también tiene una explicación biológica. Ellas sólo producen un óvulo por mes y no puede ser fecundado por cualquiera, ya que si la elección no es la adecuada puede marcar toda su vida. Nosotros producimos hasta 300 millones de espermatozoides diarios por lo que queremos diseminar nuestros genes con cuantas más hembras, mejor. En realidad somos animales y nuestro comportamiento se ve influenciado en más ocasiones por el instinto animal de lo que nos creemos, y si no, hazte una pregunta ¿quién baila más, un chico o una chica? ¿quién busca llamar la atención con este ritual?. Otro ejemplo es el beso, con él se produce un intercambio de saliva que, sin que nos demos cuenta, nos informa de la capacidad de fertilidad que tiene la pareja; por no hablar de las feromonas, esas hormonas que secretamos por la boca y detecta el sexo opuesto por el olfato y procesamos de forma inconsciente. ¿Nunca habéis tenido la sensación en algún bar o pub que os están mirando y giras la cabeza y es así?. Las feromonas.
ÁREA VENTRAL TEGMENTAL. Así se llama esa pequeña región de la base del cerebro que mueve a todos los humanos, cuando el amor ha llegado. Es la que genera dopamina, lo que, junto a un bajo nivel de serotonina, producen el colocón del enamorado que inhibe la zona frontal del cerebro, por lo que hacemos tonterías y tomamos decisiones ilógicas y distorsionamos la realidad exagerando las cualidades de nuestra pareja y no haciendo caso a sus posible defectos.
Pero esta fase sólo dura de 8 a 10 años, tiempo necesario para criar a la descendencia y que pueda empezar a ser independiente, con lo que el amor suele desaparecer después de esto. ¿Hay otro modo de que esto no ocurra?. Pues si, cuando una pareja tiene descendencia se bajan los niveles de dopamina y aumentan los de oxitocina, que nos da más tranquilidad y nos pone los pies en el suelo para poder atender a la progenie de la manera más adecuada. Tenemos que buscar o provocar de vez en cuando la segregación de dopamina y para conseguirlo debemos de trabajar constantemente la pareja con, sobre todo, capacidad de sorprender y no caer en la monotonía.
Conclusión, somos la especie más evolucionada porque ellas hacen la selección natural
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